Martes, 18 de septiembre de 2018

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Una mujer de 30 años que disfruta como una niña

Una mujer de 30 años que disfruta como una niña

12/08/2018 - La frase del titular no es nuestra, es un regalo de Jessica Vall en zona mixta minutos después de ganar la medalla de plata en los 200 braza el pasado martes tras una carrera trepidante. Y es que es eso, lo que para otros deportistas es un mundo, para Jessica el DNI no importa y sí como te sientas de espíritu. De ahí que dijese a la prensa que "soy una mujer de 30 años que disfruta como una niña". Y es verdad... En Glasgow lo ha demostrado sobradamente.

Rodrigo Gil-Sabio (Comunicación RFEN. Glasgow 2018)

Lo que sí lleva con resignación -aunque con enorme respeto- es que los medios siempre le digan esa coletilla de la deportista de "la eterna sonrisa". Se ríe, claro, pero "si ellos supieran" nos dice a escondidas en los pasillos de la piscina... Y es que detrás de esa sonrisa que efectivamente encandila a la cámara y al público, hay una deportista humilde que siempre se refiere a sus gestas en plural porque sabe que hay un equipo detrás que alimenta y sufre su día a día, nada fácil por cierto, y en el que tiene sus momentos malos con Jordi Jou, su entrenador del CN Sant Andreu y de la Selección, imprescindible también en su trayectoria y en sus resultados.

Y es que detrás del aparente ´glamour´ de un deportista de alto rendimiento hay -en pleno campeonato- mucho sacrificio en cuanto a hoteles y comidas normales y corrientes, desplazamientos en autobuses sin más privilegios, mucho entrenamiento en piscina, reuniones técnicas en hotel, control antidoping cuando toca, masajes para aguantar el día a día de competición y dormir todo lo que sea posible. Jessica se adapta como un pez a todo esto, en el país que sea, y además tiene gen competitivo.

QUERIA LA TRIPLE FINAL

Además, se le había escapado la medalla en el 100 braza y eso lo llevaba dentro: "Me faltó punch final en semifinales. Sabía que en mi última final debía estar concentrada porque no tenía claro si Efimova iría a por el récord del Mundo. Quería marcar territorio desde el inicio. En los últimos 50 metros no sabía cómo iba a aguantar pero pensé en Sierra Nevada y me dije que tenía que dejarlo todo ahí pese al dolor".

Como ha dicho en una de sus múltiples entrevistas estos días, Jessica Vall quere "inspirar a mucha gente". Cree que "mis puntos fuertes son la constancia y la disciplina, y por ello quería nadar tres finales en estos Europeos en 50, 100 y 200 braza. Era el reto que me había propuesto -solo lo ha conseguido Efimova- pero no pudo ser". No pasa nada por no estar ahí en los 50 braza, su premio fueron su familia y amigos que vinieron a animarla a Glasgow.

Llegó como la gran esperanza, con el ´brazalete de capitana´ a Glasgow, pero Jessica Vall es tan humilde que nunca piensa en ser líder y cuando se le pregunta por Mireia dice, con una mezcla de respeto y admiración, que es "un gran ejemplo". A Jessica quizás no la reconozcan en el metro de Barcelona, pero los que la conocemos sabemos que, estando ella en el agua, pueden pasar cosas muy excitantes porque es una competidora nata, gane o no una medalla. Y eso no tiene precio en la natación e incluso en el deporte español.

 


 

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